lunes, 23 de agosto de 2010

el universo entero

remilgos, artificios y florituras, reductos de buenas intenciones sin atisvos de ironía ni cortes a cuchillo de realidad insondable.

¿Cómo puede un juguete, una cuerda, marcar el destino de nadie? un objeto, dentro de su definición, de su metáfora, siendo objeto y no sujeto sólo puede ser utilizado por el que juega, ata o desata, no tiene potestad sobre sí mismo, ¿cómo podría tenerla sobre otros? algo se escapa, algo no se ha llegado a comprender... a menudo pasa cuando se sacan conclusiones sin preguntar, sin conocer la realidad del otro, sólo la propia.

Es curioso, pero la quietud, el silencio, es reconfortante ¿hoy?, no, hoy tenía que hablar.

Tengo voz de trueno, ojos de tierra húmeda, de fiel compañera de fatigas, fresca y solemne como un dolmen antiguo. Tengo memoria esquiva, facilidad para la palabra errónea y para la caricia. No tengo manos de cuervo, ni cuchillo para sobrevivir. Sólo tengo lo que soy, manos recias aunque suaves, pies descalzos de siete leguas, olor a río y a almizcle.

mis ojos se hicieron para estar abiertos, para percibirlo todo aunque después lo olvide, no para soñar, sino para vivir, ver de verdad a los duendes por el rabillo del ojo, existe una gran diferencia entre creer que ves algo y verlo realmente, es la diferencia entre soñar y sentir.

Mis manos las hice yo con barro y madera, hechas para trabajar, para construir cosas, para crear. También para abrazar y acariciar todo lo que tengo al alcance, una espalda o un cactus, qué mas da, tambien se merece su trozo de calor.

mis pies tienen todos los rumbos y ninguno, no soy brújula (hola, por cierto) ni túnel ni azimut inquebrantable, nunca lo fui, y posiblemente nunca llegue a serlo, si alguien alguna vez ha pensado lo contrario, mala suerte, no llegó lo suficiente adentro.

¡Adentro! dice el artista: doy lo que tengo, dice el generoso, doy lo que soy, dice el santo. Me doy yo, y conmigo el universo entero, porque yo soy universo, y sólo lo comprenderá el que a su vez lo sea y lo de.

Escribiría: soy gigante, pero no necesito serlo, no miro al mundo desde arriba, miro desde el frente, sin nada que enseñar y mucho que aprender, reinventándome a cada instante, en expansión, al compás del latido más íntimo, al ritmo de los que se preocupan de saber quien soy realmente, a mi ritmo y al tuyo, baila conmigo, que lo lejos no lo es tanto si bailas la musica que dejaste atrás.