lunes, 27 de diciembre de 2010

a la espera.

Uno, dos, tres golpes de reloj, las tres de la madrugada y, a pesar de la oscuridad y del silencio, le resultaba imposible conciliar el sueño. Esa noche debía ocurrir, todas sus faltas, sus pecados, caerían sobre su cabeza como hacha de berdugo en su justo descenso hacia un final atroz a la par que legítimo. No había escapatoria, por más que se repitiera que era algo necesario, que sus razones eran nobles, nada le salvaría de la hoja.

Llevaba el mismo traje que aquella noche, sentado en el sillón de la casa familiar dejaba pasar las horas frente al enorme reloj.

El sonido de neumáticos en el exterior le daba pistas sobre el inminente final.
Habría podido huir, alejarse de aquel lugar y escapar de la justicia, quizás, pero no hubiera podido escapar de sí mismo. Por eso se quedó.

El tacto frío de la desert eagle en la mano le agijoneaba el cerebro una y otra vez, lentamente dejó el arma en el suelo junto al reloj, lo suficiente alejada como para no suponer una amenaza. Y después, el silencio.

Sólo se lamentaba de que su familia estuviera allí para verlo todo, de no haber tenido tiempo de fijar otro lugar para terminar con aquello, quizás, algún día pudieran perdonárselo.

Unos sengundos eternos le hicieron pensar que provablemente hubiera sido una falsa alarma, quizás sólo hubiera sido un becino con prisas, pero el golpe en la puerta lo sacó de su error.

Entre Gritos y luces cegadoras aparecieron como sombras y destellos.
- ¡Al suelo! ¡He dicho al suelo!.

pasos, órdenes y crujidos y unas manos que lo empujaban hacia abajo mientras el cañón de un rifle se apretaba contra su cráneo.

Un impacto seco en las rodillas lo postró y una mano enguantada le levantó la cabeza cuando sus ojos se cruzaron con los de sus padres.

-Lo siento.
apenas un susurro, un jadeo.

Sabía lo que venía ahora. Muchos habían sido ajusticiados de la misma manera, una ejecución rápida, sin juicio, sin jurado, una solución eficaz para los insurgentes, un mensaje claro para los que quedaran.
Y entonces era como si el tiempo se hubiera parado.

-¿Qué es esto? ¿quiénes son estos señores?.

Nadie se atrevió a responder.

- Íñigo, ¿qué te están haciendo?
- Ve adentro, abuela, no pasa nada, vuelve a dormir.

La abuela, en su camisón raído y sus zapatillas, se movía con dificultad sujetándose a los muebles cercanos hasta su nieto y el soldado que lo tenía inmóvil en el suelo.

- Mi niño, ¿Por qué te hacen esto? ¿has hecho algo malo?

- No abuela, sólo me quieren hacer unas preguntas.

Ella soltó su asidero y se irguió todo lo que el peso de los años le permitieron, encarándose con el soldado, con todos los soldados a la vez.

- Quiero que sepan ustedes una cosa, Iñigo es un buen chico, no tienen derecho a hacerle esto, es mi nieto, ha trabajado muy duro para ayudar a sus padres, nunca nos ha pedido nada y siempre es amable con nosotros, no se atreban a hacerle daño.

la mirada de la anciana se movió del joven a las figuras negras barias veces, aunque ya apenas podía ver, la voz antes temblorosa ahora sonaba firme y resuelta.

- No tienen derecho a tratarle así, por dios, es mi nieto, no se atrevan a tocarle un pelo.

la pausa duró aún unos segundos mientras la anciana respiraba forzosamente. El soldado titubeó, miró a su superior y volvió a mirar al joven.

- Lleváoslo, le interrogaremos.

Lo alzaron a la fuerza y mientras se lo llevaban todos no pudieron más que observar con impotencia.

Fué la última vez que la vi, cuando calló el régimen ocho meses después y quedé libre, me dijeron que ella había muerto. Lo que quizás nunca supo, es que me había salvado la vida.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

¿qué me ocurre doctor?

Doctor, no se qué me ocurre, llevo años sin estornudar, sin que me duela la cabeza, sin hacerme daño. no tengo fiebre, ni me duele la garganta, ni el estómago. El otro día me pisó una persona por la calle y no sentí nada, nisiquiera tengo apetito sexual, ¿qué me ocurre?

Veamos... voy a tomarle las pulsaciones...

umm... lo que suponía.

¿qué me pasa, doctor?

Nada importante, está usted muerto.

¡¿Cómo, y eso no es importante?!

Hagame caso, es algo muy usual, sólo tiene que trabajar diez horas al día y dedicarle el resto a la televisión.

¿Y eso me curará?

No, pero disimulará los síntomas, que tenga una feliz navidad.

lunes, 13 de diciembre de 2010

normas para no hacerse viejo (intransferibles)

llenar una habitación con quinientos globos o más.
Zambullise en la habitación antes mencionada.
Correr por la calle con las orejas puestas, persiguiendo o siendo perseguido por alguien que grita ¡te cogeré!
Buscar bufandas verdes por la calle.
Revisar todas las cartas y postales que alguna vez has recibido y darte cuenta de la cantidad de buenos recuerdos que guardas.
Construir un ogro gigante, un arco de la mezquita o un árbol enorme.
Escribir un cuento.
Hablar con los árboles.
Tener preparado siempre un discurso de despedida como el del capitán garfio.
Que el cuento de antes se incluya en un libro desplegable fabricado por tí mismo.
Pintar lo que querrías gritar con letras gigantes en alguna parte en la que se pueda ver.
Pasar meses después por allí y ver que aún se perciben los trazos.
Cantar porque sí.
escribir las frases que quieres decirle a tu familia y esconderlas por toda la casa.
aparecer el cinco de enero a las once de la noche vestido de rey mago en la casa de unos niños.
Navegar con los delfines pegados a la estela del barco.
llegar hasta la cima, abrir los brazos y gritar fuerte.
Escuchar por enésima vez la historia que tu abuela no recordaba haberte contado.
cantar a voz en grito con los amigos en un bar.
brindar por las mujeres que derrochan simpatía.
Bailar como si supieras hacerlo.
Pasear bajo una tormenta.
Saltar desde una roca muy alta con poco estilo, pero con mucho valor.
inventarse una canción divertida.

y muchas cosas más...

domingo, 21 de noviembre de 2010

en ese momento

Porque en este momento, en este preciso momento, igual que ayer y que hace un minuto, igual que dentro de una hora y que mañana, nuestros corazones laten. Es algo simple, sí. Pero seguramente no paramos demasiado a pensarlo.


"ENTRE TÚ Y YO"

domingo, 7 de noviembre de 2010

palabras

palabras.

Palabras bonitas, palabras únicas, palabras antiguas, sofisticadas, sencillas, adorables, hermosas, terribles, sinceras, acogedoras, revoltosas,resueltas, apaciguadoras, comprometidas, acostumbradas, completamente nuevas y desconocidas, palabras repetidas, íntimas, amables, explosivas, desprovistas de maldad, diabólicas, sentidas, palabras frías y palabras candentes, ausentes, cercanas, amistosas, y las únicas que quiero escuchar...

¿Y ahora?

Ahora le toca hablar a la piel y las manos, a los ojos, ahora sí...

martes, 19 de octubre de 2010

Propósito de cuarto de siglo nuevo

Viviré allá donde yo desee, o en varios lugares a la vez. El dinero no será motivo de preocupación, puesto que seremos tantos los dedicados a hacer un mundo mejor que necesitaremos decir que no muchas veces a las invitaciones gratuitas y al mismo tiempo recibiremos muchos “no” cuando nosotros nos ofrezcamos. La palabra “orgullo” sólo la usaré cuando hable del que me llenan mis hijos, mis alumnos, mis amigos o mi familia.
Seré yo en todo momento, sin necesitar simular cortesía delante de quien no lo deseo o frialdad frente al que la exige.
Tendré todo lo que quiero, esa risa a carcajadas a todas horas, esos labios fruncidos.
Me haré viejo con mucho estilo, haré deporte, jugaré como un niño a todas horas y disfrutaré de todo lo demás de igual manera. Me subiré a un escenario siempre que quiera, animaré a otros muchos a hacerlo.
Podré decir sin miedo: “tengo miedo” y lloraré y reiré al mismo tiempo sin que por ello me llamen loco.
Pondré la cara de nuevo para que me la partan, o las costillas, o la cabeza, o el brazo, porque merece la pena, tengo algo que proteger.
Saldré al campo a menudo, a correr, a lanzar palos, a meterme en los arbustos para espiar a las desprevenidas ardillas y a las perdices.
Escribiré lo que me apetezca, o no lo haré, si no me apetece.
No daré explicaciones, el que las quiera, que me las pida.
Cuidaré de los míos, y de los otros un poco también.
Y aprenderé muchas más palabras bonitas para decírtelas además de “guapa” y las usaré para empapelar toda una habitación de color rojo.

Así, de alguna manera, podré hacer todo lo que tengo que decir, hacer contigo todo lo que quiero decirte.

viernes, 15 de octubre de 2010

vuelva otro día

Durante las horas que se pasa uno esperando en una cola de secretaría da tiempo a pensar en muchas cosas, hoy he descubierto que mi mochila nueva tiene más de dieciséis bolsillos, que aún no se como abrir tres de ellos y que los guiris que mas sufren la peculiar organización de las universidades españolas son los alemanes. También he tenido tiempo de imaginar el color de ojos de seis personas que llevaban gafas de sol, verme desde fuera esperando y me he visto algo desgarbado, peludo y a mi pesar, muy poco especial con respecto al resto de los que esperamos en la misma cola. Además me ha dado tiempo a formular un teorema matemático que solucionaría el problema de la no existencia de Dios, lamentablemente la cola ha avanzado y lo he olvidado por completo.

Al fin en ventanilla me ha atendido la encantadora Belen Estevan, con sus aires de absoluta indiferencia hacia el género humano, sus uñas perfectamente pintadas y sus exactos 400 gramos de silicona por duplicado.

-¿Para entregar la beca de master?

Y te mira como si fueras vestido de tirolés...

-¿Es para modificación de matrícula?

- No, es para entregar la beca de master de la segunda adjudicación.

- Entonces es para modificación de matrícula.

- Le digo que la matrícula aún no está hecha.

-Eso es en horario de mañana.

-¿Para la entrega de becas de máster es sólo por la mañana?

- Sí, solo de nueve a dos.

- ¿Y se puede saber a qué se dedican de cuatro a seis?

Sin demostrar un ápice de empatía y como si hablara con un niño de seis años que le ha hecho doce veces la misma pregunta, la encantadora Belén Estevan empezó una retaíla de justificaciones de por qué la administración de su facultad tenía el sagrado deber de abrir mañana y tarde pero sólo trabajar durante la primera, seguido de otras tantas excusas totalmente justificables de cómo sus funciones en la secretaría no implicaban estar informada del master, ni asesorar a los estudiantes... etc... etc...

Conforme hablaba, algo extraño le sucedía a su rostro, poco a poco, los labios y los pómulos se extendían para adquirir un tamaño desproporcionado semejantes a neumáticos de camión, igualmente ocurría con su camisa, que cada vez estaba más apretada debido a las dos protuberancias que se hinchaban bajo ella.

Ella seguía hablando y parecía no darse cuenta, sin embargo la situación empezó a ser preocupante cuando un botón saltó y salió disparado rozándome el cuero cabelludo. La expansión siguió de manera monstruosa hasta que una teta ocupó toda la ventanilla y amenazó con inundar toda la sala mientras la funcionaria hablaba. Todo siguió aparentemente hacia el desastre cuando la chica que estaba segunda en la cola, tan perpleja como yo, alargó la mano y la punta de su lapicero tocó la superficie crítica en expansión, que con un estallido desapareció de la vista dejando sólo un olor rancio a maquillaje. Al menos la funcionaria se había callado.

- Gracias.
Comenté en voz alta a la oportuna compañera.

- De nada.
Dijo Belén Estevan, de nuevo allí, con su apariencia habitual y sin hinchazón aparente.

- Volveré otro día.

Y recogiendo mis papeles, me alejé por el pasillo con una leve sonrisa maliciosa.

miércoles, 13 de octubre de 2010

no querría mirarte un día a los ojos y verlos sin chispa, sin amor... sin vida.

Me rompería el corazón.

martes, 5 de octubre de 2010

Donde viven los monstruos

-Seguro que tiene poderes.
Dijo Carol.
-Si es un Rey tiene que tener poderes.
Asintió Douglas.
-Claro que tengo poderes.
La mente de Max trabajaba a toda velocidad.
-Y como soy pequeño, mis poderes se cuelan por todas las rendijas.
-¿en serio?
Judith parecía incrédula.
-Habrá rendijas tan pequeñas que no puedas entrar por ellas.
-Para esas tengo mi abrerrendijas.
-Venga ya.
-Caya, Judith, ¿no ves que tiene un abrerrendijas?
- ¿Y cuando no se pueden abrir?
- Para esas tengo mi súper abrerrendijas.
Todos los monstruos asintieron impresionados.
-¿y qué pasa con la tristeza?
Preguntó el Monstruo
- Tengo un escudo anti-tristeza que nos puede proteger a todos.
-¿A todos nosotros?
-Sí, a todos, y la tristeza no nos alcanzará.

lunes, 23 de agosto de 2010

el universo entero

remilgos, artificios y florituras, reductos de buenas intenciones sin atisvos de ironía ni cortes a cuchillo de realidad insondable.

¿Cómo puede un juguete, una cuerda, marcar el destino de nadie? un objeto, dentro de su definición, de su metáfora, siendo objeto y no sujeto sólo puede ser utilizado por el que juega, ata o desata, no tiene potestad sobre sí mismo, ¿cómo podría tenerla sobre otros? algo se escapa, algo no se ha llegado a comprender... a menudo pasa cuando se sacan conclusiones sin preguntar, sin conocer la realidad del otro, sólo la propia.

Es curioso, pero la quietud, el silencio, es reconfortante ¿hoy?, no, hoy tenía que hablar.

Tengo voz de trueno, ojos de tierra húmeda, de fiel compañera de fatigas, fresca y solemne como un dolmen antiguo. Tengo memoria esquiva, facilidad para la palabra errónea y para la caricia. No tengo manos de cuervo, ni cuchillo para sobrevivir. Sólo tengo lo que soy, manos recias aunque suaves, pies descalzos de siete leguas, olor a río y a almizcle.

mis ojos se hicieron para estar abiertos, para percibirlo todo aunque después lo olvide, no para soñar, sino para vivir, ver de verdad a los duendes por el rabillo del ojo, existe una gran diferencia entre creer que ves algo y verlo realmente, es la diferencia entre soñar y sentir.

Mis manos las hice yo con barro y madera, hechas para trabajar, para construir cosas, para crear. También para abrazar y acariciar todo lo que tengo al alcance, una espalda o un cactus, qué mas da, tambien se merece su trozo de calor.

mis pies tienen todos los rumbos y ninguno, no soy brújula (hola, por cierto) ni túnel ni azimut inquebrantable, nunca lo fui, y posiblemente nunca llegue a serlo, si alguien alguna vez ha pensado lo contrario, mala suerte, no llegó lo suficiente adentro.

¡Adentro! dice el artista: doy lo que tengo, dice el generoso, doy lo que soy, dice el santo. Me doy yo, y conmigo el universo entero, porque yo soy universo, y sólo lo comprenderá el que a su vez lo sea y lo de.

Escribiría: soy gigante, pero no necesito serlo, no miro al mundo desde arriba, miro desde el frente, sin nada que enseñar y mucho que aprender, reinventándome a cada instante, en expansión, al compás del latido más íntimo, al ritmo de los que se preocupan de saber quien soy realmente, a mi ritmo y al tuyo, baila conmigo, que lo lejos no lo es tanto si bailas la musica que dejaste atrás.

lunes, 19 de julio de 2010

un segundo

¿cuánto dura un segundo?
Un instante, un suspiro, un parpadeo, una lágrima.
¿Cuánto un amor pasajero?
Un viaje, un beso, una frase, un consuelo.
¿Pero cómo sabemos si el tiempo es lo que marcan los relojes?
¿Cómo contamos ese instante, esa palabra, ese sueño?
El pasado se esfuma en el viento, se hace arena, marea que se hace ternura, recuerdo y lamento.
También se convierte en sonrisa, emoción y nostalgia, en tiempos únicos vividos, en tesoros reservados para acortar la distancia.
El futuro es el sueño que está aún por llegar, sin límites, sin fronteras, residencia de utopías, anhelos, fines, principios y vuelos.
De caminos por andar hacia un destino que aún no existe, pero que pronto existirá.
Pero ahora es el momento en el que está la realidad, realidad que tocar, que sentir, que escuchar. Donde estoy yo, donde estás tú, nunca los mismos, siempre cambiantes.
El yo de ayer murió, el yo de mañana no existe. Como tú, nazco a cada instante, renovado, diferente. Mi piel no es la que era y mi corazón es nuevo, nueva sangre y nuevos sueños, nuevos ojos que te miran nueva cada día.
Quizá mañana no me conozcas, quizá mañana no te recuerde, pero ese mañana no existe, sólo existen tus ojos fijados en los míos, sólo existe tu cuerpo vestido de caricias, sólo existen mis manos repletas de ventura, de labios que te buscan, de latidos incesantes, sólo existe el hoy.
Hoy es hoy, y hoy es siempre.

martes, 6 de julio de 2010

Pero entonces

Duerme tranquila la conciencia en su lecho de incógnito.



Muere la inocencia bajo nubes de plomo, disfrazada de ignorancia por aquellos que repudian el pétalo, la nota y el balido.



No hay escarcha, no hay niebla, ni estrellas ni coral en el lecho.



No hay silencio, no hay lugar para la vida sin objeto, sin excusa, porque sí.



Mientras llenamos sacos con libros tiritantes, adormecidos, cuando la plaza arde y consume fuerzas, voluntades, amores y nostalgias. Como una estela de única dirección, la muerte de las hadas, delirantes, consumidas por la fiebre del progreso y el abandono del ser humano.



Y yo, sólo en la avenida, desnudo, dando palmadas desesperadas que nadie escucha, porque a nadie importan.

Pero entonces un eco de cien latidos, cien miradas encendidas rompen la risa macabra y disparan al corazón de la mentira una bala de libélulas que volando parece que cantan.



Rompe a llorar la frontera impasible y explota una sonrisa de un millón de años y de un segundo, un secreto, una calma repentina, un deseo.

lunes, 7 de junio de 2010

una y para casa

Concéntrate chico, sólo tienes que hacerlo, puedes hacerlo...

Piensa que no es tan alto, y si lo es siempre puedes saltar mas fuerte.

Siempre se puede saltar mas fuerte.

¿estoy a salvo? ¿a salvo de qué? Buena pregunta.

De tí mismo, amigo, de esa parte de ti que te acompaña cuando te miras al espejo, la que se ríe cruelmente de todo lo que te rodea.

Entonces no estoy a salvo, nunca lo he estado.

Pero no importa, porque yo soy el único que seguro podrá sobrevivirme, el único al que nunca podré destruir por mucho que me esfuerce en ello, vaya a donde vaya, allí estaré yo esperándome.

Eso da cierta sensación de impunidad.

¿y si la saludo? holaaaa.

¿Qué estás haciendo?

Saludarte, pringao, ¿o es que no lo ves?

A mí no puedes saludarme, sólo puedes tenerme miedo.

¿Miedo? vamos, con esa pinta de espantapájaros...¿que tal te va?

pues hombre... bien.. ¡¿Pero que dices?! ¡Soy cruel e inhumano!¡Se supone que deberías describirme y lamentarte de mi existencia!

¿A si? es posible, pero ya que estamos obligados a vivir el uno con el otro... ¿que tal si nos llevamos bien?

No se... eso no venía en el guión.

Ya, debí perderlo de camino aquí, ¿entonces qué? ¿una cervecita?

¡será...! venga, vale, pero una y para casa ¿eh?

sábado, 29 de mayo de 2010

Lo esencial

Lo esencial no tiene nada que ver con reírse como el que se ríe de un chiste o de una broma.
No tiene nada que ver con la cerveza o el ron, absolutamente nada que ver con la posibilidad de acercarse a unos labios cada vez que uno los necesite, y no tiene relación alguna con la posibilidad de conseguir lo que uno quiere si eso significa pasar por encima de los otros.
Lo esencial es mirarse en tus ojos y saber que estoy ahí adentro, es descubrir que, cuando creo que nadie está mirando, si que hay alguien que lo hace sin poder evitar una sonrisa.
Lo esencial es que te llamen "magio", poder decir: no me arrepiento.
Lo realmente importante es guardar silencio y dejar que hablen las manos, los ojos. Es lo esencial, ser capaz de despedirse con lágrimas en los ojos para saludar luego con una amplia sonrisa.

Lo esencial es confiar, dejarse la armadura en casa y salir a tu encuentro, o salir y que me encuentres.

No son importantes los contratos, no son esenciales las rutinas. Es más esencial decir: estoy aquí, por si me necesitas. Porque en el fondo, aunque digamos que no, siempre necesitamos.

Es importante, cuando tienes algo que decir, no dejárselo callado.

Es esencial tender la mano, pero no obligar a que la cojan.

Ser, ser completo, no sentirse roto, no sentirse inacabado, sentirse único y a pesar de todo, no tener miedo de compartirse.

domingo, 23 de mayo de 2010

Un secreto.

El viernes fué un dia mágico, un momento para compartir, para disfrutar, la sensación de que todos llevávamos el mismo paso, las notas a unísono, el movimiento, la voz, las lágrimas, las sonrisas, los sueños...

Sin embargo tengo dos secretos que ese dia compartieron conmigo y yo devolví.

El primero vino de suecia en forma de mensaje, en forma de llamada que duró de pilatos a herodes y que terminó con la mejor hermana que he tenido nunca bailando en la cocina a tantos kilómetros pero al mismo tiempo tan cerca que pude sentir su mano apretando la mía en escena.

El segundo es el auténtico motivo por el cual yo tenía que subir a ese escenario, yo tenía que dar la talla, tenía que sentirlo como si realmente de mi decisión dependiera la vida de ese hombre, como si los latigazos me los dieran a mí...

Tenía que dejarme la voz y el alma si hiciera falta porque significaba mucho más de lo que cualquiera pudiera imaginar.

Tenía que hacerlo porque alguien había hecho ese mismo papel hace mucho tiempo, alguien que ya no está. Y entre el público se encontraba una persona muy especial que a llorado mucho su pérdida. Una persona especialmente sensible que se merece que la mencione hoy.

"Creo que, cuando tú cantabas, ella ha venido y me ha tocado" esa frase, sólo esa, vale mucho más que cualquier aplauso, que cualquier "me ha encantado" o que cualquier "felicidades".

"gracias por darme la oportunidad de estar aquí hoy" Ni hablar, gracias a ti por recordar, por tus lágrimas y por convencerme de que podemos subir alto, muy alto, y hacerlo juntos, nunca solos.


Esta es mi historia paralela, y ellas, los oídos para los que yo quería realmente cantar esa noche.

Mi más sincero cariño, para vosotras.

domingo, 16 de mayo de 2010

de piedras y nubes

te sientes perdida, lo sé.

No sabes dónde estás exactamente, aunque ves tus pies en el suelo, no aciertas a situarlos en el paisaje que te rodea, a determinar cuál es tu sitio, cuál tu camino. Es normal.

Pero todo eso es momentáneo, es pasajero. Hay quien dice que el amor viene y se va, yo no estoy de acuerdo, la tristeza es la que viene y se va, la soledad y el desamparo son pasajeros, no el cariño, no la ilusión.

Porque están ahí dentro aunque no podamos verlos, aunque no sepamos con quién compartirlos.

En una metáfora un día vi que la tragedia es pesada, terrible como un dolmen de roca que nadie puede mover, y a su lado estaba la ilusión en forma de jirón de nube, tan ligera, tan cambiante...

No es mas que un reflejo de nuestro propio miedo, porque no nos damos cuenta que nada depende de lo que sea la tragedia o la ilusión, depende de lo que seamos nosotros.

Si somos inmóviles como los guijarros o los árboles caídos el dolmen se convierte en la constante, nos aplasta, nos tapa la visión, no deja que el sol nos bañe.

Pero en cambio yo propongo ser ave, ser agua, ser viento que gira y baila con las veletas.

En ese caso el dolmen será efímero, porque nuestro mundo será de nubes, de lluvia y de vuelos, y esa será nuestra constante.

Si tienes que llorar, llora, pero deja que el llanto te limpie por dentro, deshaga en ti los nudos a los que te aferras para no derramarte en la tierra y te haga viajar hasta la raíz de los árboles para salir luego por los tallos verdes y volar lejos, muy lejos, a descubrir otro aire, otra agua.

Luego podrás volver, siendo tú de nuevo, pero una nueva tú.

Hace falta valor para romper el círculo en el que nos movemos una y otra vez, pero si quieres, te dejo un poco del mío, lo cual es una paradoja, porque eres tú la que me ha dado ese coraje.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Jasón y los hermenautas

Todos somos hermenautas, todos jugamos a descifrar los mensajes que nos llegan de tan diversas fuentes. Tenemos la costumbre de interpretarlo todo, de juzgar antes de conocer de primera mano el significado de palabras, miradas, golpes o gestos. Somos necios.

La Hermenéutica es el arte de engañarnos a nosotros mismos para bien o para mal, pretendiendo ir más deprisa que el mundo que nos rodea para estar allí ya preparados cuando éste llegue. Somos realmente necios.

El problema reside en que todo mensaje es una metáfora de otra cosa, todo es mentira a la par que verdad y la guerra entre poética y hermenéutica es implacable. Creyendo ambas que vencen cuando en realidad salen heridas de muerte taponando sus yagas con palabras y más palabras por puro orgullo.

Sin embargo de vez en cuando aparece un mensaje simple, sencillo, que no busca ser interpretado, que no refleja más de lo que es, que sólo es, es sin pretensiones, sin necesidad de comprensión. Ojalá fuera posible escribir una canción con estos mensajes, sería la canción más bella del mundo y la más humilde.

lunes, 10 de mayo de 2010

Subir

Subir alto, muy alto, para estar lo más cerca posible del universo y que te pueda escuchar.

Mirar hacia abajo, cerrar los ojos, cojer aire, respirar...

inundarse lentamente, dejarse llevar, sentir, sólo sentir.

La piel de gallina, ¿frío? no, que va.

Una canción en la cabeza, ¿una? un millón, cada una a tiempo, al compás, sin discordia.

Todo es tan fuerte que entra vértigo de cerrar los ojos.

La música suena, se extiende, se revuelve y se amplía.

¿Canto? es posible, creo que sí, aunque no es mi garganta la que inunda este espacio.

"Cantas con el cuerpo" con cada ápice, con cada fibra.

Subiendo alto, muy alto, para estar cerca del universo.

Silencio, te escuchamos.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Cuando se aprende

Volamos hacia ninguna parte y hacia todas al mismo tiempo, no necesitamos el viento, no necesitamos timón, nuestro coraje nos vale, las velas se hinchan con cada poesía, con cada color, cada mirada y cada recuerdo.

Un pie descalzo dice mucho más que cualquier constitución, una estela de un avión es un camino entre las nuves. Tenemos la mala costumbre de ir a rondarle a Scarlett Yohanson cuando en realidad buscamos a Frida Kahlo, y nos quedamos a medio camino entre el miedo y el deseo.

Sin embargo es el rompemiedos la llave para salir del laberinto, para darse cuenta de que lo importante no es ser el más importante para ser feliz, sino hacer felices a los que te rodean.

No todo el mundo necesita un barco para volar, por la simple razón de que ya tienen alas, eso no significa que tengan que estar o con la tripulación o a kilómetros de distancia, porque siempre podemos echar carreras entre Antares y Orión y rozar los tejados de los rascacielos para levantar una nuve de palomas asustadas.

viernes, 30 de abril de 2010

y fin.

Esa noche volvió la tormenta como una amante despechada que apretaba el barco contra su pecho una y otra vez con el oscuro deseo que quebrarlo si no pudiera ser suyo.

La embarcación lidiaba por sobrevivir, por mantenerse a flote entre las lenguas de mar que como enormes pulgares quisieran aplastarla, pero siempre se escapaba en el último momento.

El marinero seguía en su puesto, aferrando el timón con fuerza con la mirada fija al frente, con la cara mojada de espuma y sal y con los huesos pegados a la piel por las largas jornadas de ayuno.

No hacía ningún movimiento, la terrible fuerza de la naturaleza no podía apartarlo de su timón, sólo cantaba una canción que nadie escuchaba. Sin pestañear, sin imponerse a la furia, manteniéndose a flote simplemente.

Hasta que apareció la estrella.

Como un relámpago verde surgió de la oscuridad, de entre la lluvia, las olas y las nubes, un galeón como los de hace siglos, un barco pirata como los de los cuentos. Era de noche, pero el barco brillaba como si de un lucero se tratara.

El barco permaneció suspendido en el aire a escasos metros del maltrecho resto que flotaba en el mar, la cubierta era un hervidero de actividad, aparejos, velas, trinquetes, la tripulación no cesaba de correr de un lado a otro recibiendo y dando órdenes.

Desde el puesto de vigía un tipo rubio y bajito saludó con énfasis al marinero, en sus quehaceres, todos paraban algún segundo para observar al maltrecho superviviente y correr de nuevo a su puesto.

El marinero intentó mirar a otro lado, sabía que definitivamente se había vuelto loco.

La pasarela cayó con un ruido sordo sobre la cubierta del mercante, la tormenta continuaba alrededor, pero los dos barcos parecían quietos enmedio del caos.

Y fué entonces cuando el capitán hizo su aparición.

El sombrero de tres picos en la cabeza, el pañuelo verde al cuello, las ropas de viaje. Delgado como una espiga pero con la sensación de echar raíces a cada paso que daba. Sus ojos brillantes miraban directamente al marinero mientras éste intentaba centrarse en el timón, olvidarse de su propia alucinación.

- Tienes miedo, ¿verdad?

La voz de trueno del capitán brazos largos parecía venir de la tormenta más que de si mismo.

El marinero continuó impasible.

- Sientes que tienes un vacío dentro, que siempre lo has tenido y que has intentado llenarlo con cosas que están fuera, has intentado llevar adelante una guerra contra algo ajeno mientras sabías que tenías que luchar contra tu propia tristeza, tu miedo y tu desgana una vez más.

El hombre fruncía el ceño repetidas veces, contenía el llanto, esa alucinación era demasiado real.

- Querías darle miedo al miedo sin entender que es tu propio miedo al que tienes que atemorizar.

El cuerpo del superviviente empezó a temblar, cerró fuertemente los ojos para que no se le escapara ni una lágrima.

- Ven con nosotros, tenemos un camarote para tí, para que puedas descansar. Mañana empezarás tu trabajo, necesitamos unos hombros fuertes como los tuyos.

El marinero no pudo más y sin soltar el destartalado timón rompió a llorar. La mano del capitán se posó en su hombro, era una mano grande y delgada, segura como un cabo, como un as de guía. Después de unos segundos el marinero miró por primera vez al capitán.

- Yo sólo quería creer, sólo eso.

- Lo sé, y lo entiendo, todos los de ahí arriba lo entienden.

Miraron a la cubierta del galeón, todos habían dejado de trabajar, hombres y mujeres, niños, ancianos, gigantes, princesas, pintores, piratas y soldados, todos miraban a los dos hombres fijamente.

- ¿Y qué tengo que hacer ahora?

El capitán lo miró a los ojos y, lentamente, su sonrisa le decoró el rostro e inundó al marinero de valor.

- ¿Has dejado de soñar?

La mano del capitán se tendió, él la miró para luego mirar al barco, al timón y de nuevo al capitán.

- Pues ven con nosotros.

Dicen que los restos del destartalado barco llegaron un día a puerto sin más tripulante que la nada pero con una sensación de victoria que pocos podrían explicar. La tormenta terminó, llegó la primavera, y en las noches de luna nueva, cuando las estrellas toman el firmamento, una forma fugaz de color verde brillante pasa como una exhalación antes de que nadie pueda verla.

Si miras fijamente, posiblemente le veas las belas verdes y escuches la canción de cubierta.

Es el estrella esmeralda.

Fin.

jueves, 22 de abril de 2010

Siendo pez

el agua estaba tibia para la piel del marinero, nadaba como si este fuera realmente su elemento, como si siempre hubiera sido un pez, un tiburón de elegante figura deslizándose por los universos marinos. Vio bancos de peces plateados, gigantescas medusas como si de enormes globos se tratara. Pasó sobre los fondos aparentemente muertos pero repletos de vida, aceleró su velocidad, siguió adelante.
Era como un sueño, se había creído pez, y de pronto lo era, sintió la libertad, el valor, el poder de saberse invencible. Sintió el amor por ese mar que le daba la vida, respiró de él, exploró todos sus rincones, se desvaneció de la vista en los abismos. Pero el mar tiene sus reglas, y notó como el aire se le agotó en los pulmones. Sintió la tentación de seguir, de bajar hasta el fondo con la promesa de encontrar el mayor de los tesoros, nada le importaba el no poder subir después, hasta que notó cómo alguien le miraba.

Una Nereida lo observaba con tristeza suspendida en el espacio de quietud que era el mar, el marinero se detuvo en seco, la miró fijamente mientras se acercaba.

- Por favor, no sigas por ese camino.
- Pero me llama, sé lo que tengo que hacer...
- No, no lo sabes, no hay nada para ti ahí abajo.
- No puede ser, no tiene sentido, yo...
- ¿No lo oyes? Tu eres de la superficie, tu tiempo se acaba aquí dentro, el mar llora por no poder acogerte.
-Yo quiero quedarme...
- Pero no puedes.
- Pero me ama.
- Quiere hacerlo, pero no lo siente en realidad, es el mar, no es una mujer como las que has conocido hasta ahora, tienes que comprenderlo...
- No quiero comprenderlo.
- ¿De verdad no lo oyes?
El marinero afinó el oído hacia el infinito, y poco a poco el sollozo se hizo perceptible para sus oídos humanos. Aunque era más un silencio que un sonido, el marinero lo sintió.
- ¿Podrías seguir adelante habiendo oído eso?
De pronto se dio cuenta de su error, el mar le acariciaba con dulzura, pero con tristeza, había roto la frontera de la superficie durante demasiado tiempo, había transgredido las leyes que rigen el mundo de las profundidades y estaba hiriendo al mar, el mismo que podría aplastarle si lo deseara, pero al que el mismo amor por ese diminuto ser detenía.

El Marinero retrocedió alarmado, de pronto se dio cuenta de su crimen, el terror lo inundó, si hería al mar, ni las montañas mas altas lo iban a salvar de su propia conciencia.

-Aún estás a tiempo, márchate, vuelve a la superficie.

El hombre tomó impulso aún horrorizado, se disparó hacia la superficie viendo pasar como centellas todos los secretos del mar. chocó contra el límite del agua y lo hizo explotar para finalmente caer sobre la cubierta y aspirar con ansia el oxígeno del que se había olvidado.

A su lado, erguida como una estatua, había una anciana mujer vestida de blanco que al marinero le recordó mucho a la gaviota.

- ¿Ya has salido? Me parece bien, llevo siquiendote mucho tiempo, ahora es el momento chico, lo has perdido todo, el mar te ha avandonado, tus esperanzas están muertas, estás solo, no te queda nada por lo que luchar, ven conmigo, ya es hora de descansar.

El marinero la miró mientras luchaba por recuperar el aliento, tosía y escupía agua. La parca, la muerte, lo había rondado desde la tormenta, y ahora reclamaba su papel.

- Tengo un lecho suave para ti, allí podrás soñar lo que quieras, con casas avandonadas, besos, estrellas, puertas o lo que desees, nadie te lo va a quitar...

Mucho le costó que su pecho dejara de contraerse una y otra vez, y cuando lo consiguió notó la garganta rasgada del esfuerzo, pero pudo pronunciar su respuesta.

- No me da la gana.

La parca entró en cólera, su voz de pronto se convirtió en un rugido de tormenta, su rostro afable se volvió cadavérico y vacío.

-¿ Crees que puedes rechazarme? ¡No eres nada! ¡No tienes nada! ¡No te queda más que morir, aceptar la derrota y seguirme! ¿Quién te espera? ¡Nadie! ¡Tienes que venir conmigo! ¿A dónde irás si no?

El desnudo superviviente se acercó hasta donde estaba el timón del barco, lo recogió y lo situó en su lugar.

- Iré hacia adelante, olvídate de mí, vieja, aún no es mi momento.

Y la muerte desapareció vencida mientras el barco empezaba a avanzar en la dirección deseada.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un camino.

Bajo la atenta mirada de la gaviota, el hombre giró su rostro hacia el mar, miró las olas atentamente, como si quisiera leer algo en ellas.

-¿Sabes? Prefiero un camino a un destino, sea cual sea.
- ¿tú crees?
- Sí, los seres humanos somos como los tiburones, tenemos que seguir adelante para sobrevivir, si nos paramos, dejamos de respirar.
- ¿Entonces no podéis dejar nunca de caminar? ¿no es eso agotador?
- Lo es, pero es un casancio necesario, una putada para bien.
- ¿Y eso lo entiende todo el mundo?
- No lo sé, habrá quien lo entienda y quien no, como todo.
- Pero... ¿tú eres feliz entendiéndolo?
- Pues claro que soy feliz.
- No me lo creo, anoche te vi llorar.
- Eso no tiene nada que ver, uno puede estar triste o estar contento y ser feliz igualmente. Porque se comprende a sí mismo, sabe que es necesario tanto reír como llorar, como rugir o gruñir de vez en cuando, sentarse o salir corriendo. Todo forma parte de la vida, si lo comprendes, si te quieres aunque llores sentado en un bordillo, entonces es que eres feliz, y eso se transmite a cómo quieres a la gente que te rodea.
- Estás loco.
- Como una cabra, ya lo se, y a mucha honra.
- ¿Qué vas a hacer ahora?

En ese momento el marinero volvió su cabeza lentamente para mirarte a ti, que estás leyendo estas líneas, te miró fijamente con una media sonrisa dibujada en el rostro y te habló.

- Abre la ventana, retira los cartones y mira tu camino, tu carretera, las carreteras no suelen hablar, por eso si lo hacen es porque tienen algo muy importante que decir.
Vamos, no tengas miedo.

De nuevo volvió su atención a la gaviota.

- Creo que nadaré un rato, quiero sentirme pez.
- Está bien, pero prepara un cabo para subir luego.
- Descuida.

lunes, 19 de abril de 2010

fijamente.

Cuando despertó, el hombre estaba realmente solo en la cubierta, el timón a su lado, el mar tranquilo, el sol bien alto en el cielo, y una gaviota blanca mirándole fijamente posada en la proa del barco.

-¿has dormido bien? dijo la gaviota.

- mejor que nunca. Respondió el marinero.

- Me alegro, hace días que nadie duerme como es debido en este trozo de mar, demasiadas peleas.

- Todo el mundo tiene sus guerras, sólo tienen que darse cuenta de dónde está el final.

-Por cierto, ¿te has dado cuenta de que vas desnudo?

- Si, me he dado cuenta.

-¿y el sol, no te quema?

- Si que lo hace, pero me gusta así.

lunes, 12 de abril de 2010

A muerte

El timón estaba tirado en la cubierta, un trozo largo y plano de metal que en su momento había estado conectado al puente de mando permitiendo el control de la nave.

uno de los dos hombres estaba de pie, junto a él, mirándolo fijamente con una barra de hierro en la mano derecha. El otro hombre yacía en el suelo sin moverse, sin respirar. Un furioso golpe en la sien había acabado con su vida.

El piloto había tirado con fuerza del timón, había gruñido de dolor al izar el pesado objeto sobre la barandilla con la intención de arreglarlo para poder llevar el barco a puerto sano y salvo, para dejar de vagar sin rumbo.

Fue ese momento en el que el Capitán le atacó, saltó sobre él como una bestia y apresó su cuello con una fuerza inaudita en un hombre de su edad y en su estado. El piloto aturdido notaba como la vida se le escapaba entre las garras del demente, luchando por no perder el conocimiento buscó a tientas el rostro de su agresor, pero el capitán tenía la fuerza que da la locura, había perdido todo atisbo de humanidad, se aferraba a su garganta como si su propia vida dependiera de ello, como si no hubiera vida, como si sólo hubiera violencia en su mirada: furia, terror, como si él mismo fuera el mar, la tormenta que los había lanzado a la deriva, como si se hubiese fundido con esa demencia elemental que controla el viento y el agua cuando la destrucción es la clave.

Entonces, durante un segundo, el piloto miró a la cara de su atacante, pero no le vio a él, vio a otra persona, un tercer hombre joven y ajado, hambriento, consumido. No era él, pero sí lo era al mismo tiempo, se vio a sí mismo arrancándose la vida cruelmente.

La locura lo volvió contra sí. vio la casa avandonada, escuchó la canción, se lanzó hacia adelante y se empujó con su propia garganta a punto del colapso a sí mismo contra la cabina del timón. El otro soltó su presa a causa del dolor y ambos cayeron al suelo exhaustos, arrastrándose por el suelo con las contradictorias ideas de huir de allí y de matar a aquél que tanto daño le había hecho.

De nuevo se lanzaron los hombres el uno contra el otro, los dientes se clavaron en la carne, los rostros fueron machacados a base de golpes, uno calló al suelo, el otro corrió hacia él. Pero un hierro oxidado marcó el final de la trifurca, un golpe seco primero, una caída después y el lento camino de la sangre por la cubierta.

El hombre permaneció allí, de pié, tan inmóvil como el muerto, mirando el timón con los ojos muy abiertos, respirando esforzadamente con el enjuto cuerpo tenso aún.

El resonar metálico marcó la caída del hierro a la cubierta, el hombre lloró, lloró amargamente por no entenderlo, su mirada ígnea mantenía la furia de la tormenta y fue entonces cuando lo entendió.

Estaba solo en la cubierta, no había nadie más, ni vivo ni muerto, estaba solo, siempre lo había estado, había luchado contra el mar, contra la tormenta, contra sí mismo y había ganado. Ahora lo entendía.

Cayó al suelo y durmió profundamente mecido por el mar, ahora en calma.

jueves, 8 de abril de 2010

rumbo

al despuntar el alba el piloto se recostó exhausto en la barandilla de popa, mirando al agua, cuando una figura alargada de aspecto ajado se perfilaba en la superficie.

¿el timón?

¿El timón del barco?

aún está ahí, se puede recuperar.
¿recuperar el timón?


¿volver a controlar el rumbo?

Los ojos del piloto se encendieron de pronto tal y como habrían hecho los del capitán, que ahora dormía.

Ya es hora.

martes, 6 de abril de 2010

la rutina nocturna

La rutina nocturna a la deriva era extremadamente rigurosa para el piloto.

Primero probaba la radio, la intentaba arreglar y la volvía a probar, por ahora no había habido respuesta.

Después daba de cenar al capitán y lo ataba fuertemente al camastro en el que se encontraba, éste nunca rechistaba, se dejaba cuidar, casi parecía que hubiera quedado en estado vegetativo, abría los ojos, le miraba y asentía, pero en ningún momento dijo nada ni hizo ningún ademán, sólo tragaba lentamente las gachas que él le ofrecía.

A continuación subía a la cubierta para medir la dirección del viento e intentar situar la derrota que seguía el barco. desde la tormenta el timón había quedado inservible, por lo que sólo podía rezar para que el viento les llevara a la costa o a alguna ruta comercial.

y allí mismo dormía, con un cabo atado a la cintura por si acaso, y con un ojo abierto en todo momento por si una luz en el horizonte le avisaba de un posible rescate o de una nueva tormenta.

Sin embargo ese día durmió profundamente al principio durante largas horas, para luego, justo antes de despertar, soñar con algo que se le quedaría grabado en la memoria.

-¿qué haces ahí parado? le decía la voz, él sólo distinguía siluetas de peces y estrellas marinas alrededor.
-¿dónde estoy? ¿ya nos hemos hundido?
-Creo que no.

Sintió unos ojos fijos en los suyos y no pudo moverse durante un rato, notó como tiraban de él a través de fondos marinos, acantilados, playas, bosques, calles y recodos, hasta llegar a esa vieja casa abandonada, escuchó una canción, se vio a sí mismo canturreando en el patio del caserón y alrededor del mástil, estaba bailando, se movía como si cada paso fuera una experiencia totalmente nueva, como si la música lo llevara a él.

Acto seguido sonó un golpe en las tablas de la cubierta y el piloto se despertó.

Contra la luna se recortaba la forma del viejo capitán quieto en la proa del barco, mirando al ancho mar, estaba en los huesos pero podía sentirse la fuerza que aún tenía su enjuto cuerpo.

El piloto se apresuró a soltar el cabo que lo ataba para sujetar al capitán antes de que hiciera ninguna locura, pero cuando aún no pudo desatar el nudo, escuchó el canturreo del viejo marino...

Con un hueso verde de papel
despistar a la locura sin querer
convertirte en ave al soplar
y bailar en el cielo, bailar...

El capitán bailaba en cubierta la misma canción que el piloto había bailado en su sueño, bailaba igual, como si las olas lo mecieran.

... quizás...quizás no seamos tan diferentes.

Y danzaron hasta despuntar el alba.

miércoles, 31 de marzo de 2010

está acabado.

No puede ni mantenerse en pie, no sabe nisiquiera dónde está. Es poco más que un cadáver...

Pero cuando abre los ojos, hay algo dentro que arde, apenas puede pronunciar palabra pero en su mirada es como si la tormenta aún no hubiera terminado, como si aún le gritara al océano desde lo alto de ese maldito palo. No sé que ocurrirá cuando recupere las fuerzas, quizás vaya a buscar otra tormenta, aquella que sea capaz de hundirle para siempre.

Quiero pensar que yo no soy como él, aún me queda humanidad, tengo motivos por los que sobrevivir, quiero volver, sólo volver a casa para empezar una vida nueva, por eso aún no he perdido la cordura.

El piloto miró al maltrecho capitán postrado en el reducido camarote, a través del ojo de buey la luz se desvanecía, llegaba la noche, una noche que esperaba tuviera un amanecer.

domingo, 28 de marzo de 2010

a la mañana

Al abrir los ojos el piloto descubrió con asombro algo que había olvidado ya que existiera, miró a su alrededor y el corazón le dio un vuelco inexplicable cuando se dio cuenta de que ese algo era el silencio. Un silencio arrullado por el rumor de un mar tranquilo, una brisa marina suave y el leve crujir de la madera. De acuerdo, no era realmente silencio, pero después de tres días de tormenta aquello era gloria bendita.

Por un instante se estremeció al recordar la larga noche anterior, las caras de terror de sus compañeros, la cubierta barrida por el mar, el ardiente roce de las cuerdas, el barco movido como un juguete entre lenguas de océano furioso. El capitán...

Rápidamente alzó la vista hacia el mástil, milagrosamente el palo había sobrevivido a la noche y allí estaba el cuerpo inerte del capitán , balanceándose suavemente al compás del ahora adormecido mar.

El piloto luchó durante un rato por soltar sus ataduras, le dolían todos los huesos del cuerpo y sentía un pinchazo profundo en la sien. Una vez consiguió desatarse, se levantó y a punto estuvo de caer a causa de un profundo mareo, pero se aferró a la barandilla y se obligó a dirigirse con esfuerzo hasta el palo mayor de la embarcación.

Los pies del capitán se balanceaban sin un atisbo de vida, parecía un macabro trofeo de guerra que el mar exhibiera para que nunca mas nadie se atreviera a desafiarle. El piloto hubiera llorado de haber podido, pero ahora mismo apenas era un ser humano, su intención era únicamente sobrevivir.

Cuando se hubo repuesto buscó su cuchillo y subió poco a poco hasta donde el cuerpo se encontraba, aún le quedaba dignidad como para evitar que las gaviotas devoraran los restos del que había sido su capitán.

- Era un viejo loco. pero no se puede negar que valor no le faltó.

Cuando el piloto llegó arriba pudo ver más de cerca el cuerpo: sus profundas ojeras, la boca entreabierta y la espesa y cana barba. El grueso cabo rodeándole el pecho por debajo de las axilas y los miembros colgando en el vacío.

Empezó con mucho esfuerzo a cortar el cabo, pero un movimiento le hizo detenerse.

El capitán respiraba, apenas se podía percibir, pero seguía vivo, y un murmullo luchaba por salir de su reseca garganta.

El hombre acercó el oído a la boca de su capitán, mientras este repetía una y otra vez lo mismo hasta que se pudo escuchar su sencilla frase:

-Ron, dame ron.

viernes, 26 de marzo de 2010

reza lo que sepas

El impacto hizo saltar por los aires uno de los paquetes de carga, toda la cubierta se zarandeó, el piloto apretaba sus huesos contra la baranilla a la que estaba atado, se le pasaron por la cabeza todas las oraciones que de pequeño habían intentado inculcarle y nunca pudieron, pero en ese momento creía en dios, en Alá o en quien fuera que pudiera sacarle de allí.
Alrededor no se veía nada, sólo el mar enfurecido que una y otra vez mordía con rabia el frágil barco que se esforzaba por mantenerse a flote. El rugir ensordecedor del océano oprimía sus tímpanos, no había más que furia, violencia en estado puro contra la que sólo se podía rezar.
Otra ola gigante, otra estampida, y de fondo, una voz grave y castigada, apenas un murmullo frente a la cruel sinfonía del agua.
El piloto buscó a su alrededor, no había nadie más en cubierta, la tormenta los había arrojado al mar, entonces alzó la vista y difícilmente pudo perfilar su silueta, allí, amarrada en lo más alto del mástil con los brazos abiertos hacia la masa de agua que de nuevo estaba a punto de impactar contra ellos.

- ¡Vamos maldito infierno! ¡Acaba conmigo!

El capitán gritaba de ira, gritaba su desafío una y otra vez mientras el mar parecía enfurecerse aún más por su osadía.

- ¡Me quieres a mí! ¡Lo sabes! ¡¿Crees que puedes hundirme?! ¡Inténtalo!

El barco se zarandeó de nuevo y el piloto tuvo que bajar la cabeza, pero aún pudo escuchar al capitán.

- ¡Puedes hacerlo mejor! ¡Vamos!

El ruido volvió a ensordecer al piloto justo cuando la ola más grande alzó la embarcación por los aires.