viernes, 30 de marzo de 2012

Big bang


Los dedos como lápices que dibujan figuras asimétricas en un lienzo de piel sin curtir. Los ojos, innecesarios faroles, se apagan en la penumbra dando paso al lenguaje de los sabores y las texturas. El baile de los sentidos comienza lentamente para ganar compás. Del Vals a la Bachata y de ella al Tango voraz, al recorrido eléctrico, al pulso ininterrumpido de tensión y sosiego, a la fusión de los íntimos secretos, pausados aún para consultar el mapa erizado deteniéndose un instante en la posada del ombligo. 

Dejarte, dejarse, sutilmente acariciar por los flecos sin carmín ni falta que les hace, Cuando la voracidad sustituye a la delicadeza y el huracán del latir estalla para dar paso a la necesidad imperiosa de abrirse paso a dentelladas hasta el centro mismo del sol interno de cada uno, nutriéndose éste del vaivén absoluto y eterno durante un instante en el que la realidad exterior es engullida por el inmenso pálpito y así el nuevo big bang, el universo que se contrae y estalla de nuevo para volver lentamente a su estado original.

Prometiéndonos guardar el secreto entre las sábanas, al menos, mientras el sueño nos guarde agazapados.