domingo, 15 de enero de 2012

Albaicín

Hablando con el quinto gato sobre sus ocho vidas, me contó que no hace falta llegar al sexto pino para que las cosas no pasen del castaño claro. Estuvimos de acuerdo en que a veces no hay que buscarle más de tres pies, y que, aunque no lo parezca, tres siguen siendo una multitud muy pequeña.

él rió primero, y rió mejor, cuando yo salté desde el tejado al jardín de la casa de al lado al grito de:
 ¡Al turrón!

- Porque detrás de un gran hombre, no siempre hay una gran mujer, Mentí.

- Con la diferencia de que tú no eres grande.

- Touché.

Pero en mi caso, pillaron primero al cojo, por lo que seguimos coriendo entre las casas del Albaicín hasta que amaneció más temprano aún sin madrugar.

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