domingo, 16 de mayo de 2010

de piedras y nubes

te sientes perdida, lo sé.

No sabes dónde estás exactamente, aunque ves tus pies en el suelo, no aciertas a situarlos en el paisaje que te rodea, a determinar cuál es tu sitio, cuál tu camino. Es normal.

Pero todo eso es momentáneo, es pasajero. Hay quien dice que el amor viene y se va, yo no estoy de acuerdo, la tristeza es la que viene y se va, la soledad y el desamparo son pasajeros, no el cariño, no la ilusión.

Porque están ahí dentro aunque no podamos verlos, aunque no sepamos con quién compartirlos.

En una metáfora un día vi que la tragedia es pesada, terrible como un dolmen de roca que nadie puede mover, y a su lado estaba la ilusión en forma de jirón de nube, tan ligera, tan cambiante...

No es mas que un reflejo de nuestro propio miedo, porque no nos damos cuenta que nada depende de lo que sea la tragedia o la ilusión, depende de lo que seamos nosotros.

Si somos inmóviles como los guijarros o los árboles caídos el dolmen se convierte en la constante, nos aplasta, nos tapa la visión, no deja que el sol nos bañe.

Pero en cambio yo propongo ser ave, ser agua, ser viento que gira y baila con las veletas.

En ese caso el dolmen será efímero, porque nuestro mundo será de nubes, de lluvia y de vuelos, y esa será nuestra constante.

Si tienes que llorar, llora, pero deja que el llanto te limpie por dentro, deshaga en ti los nudos a los que te aferras para no derramarte en la tierra y te haga viajar hasta la raíz de los árboles para salir luego por los tallos verdes y volar lejos, muy lejos, a descubrir otro aire, otra agua.

Luego podrás volver, siendo tú de nuevo, pero una nueva tú.

Hace falta valor para romper el círculo en el que nos movemos una y otra vez, pero si quieres, te dejo un poco del mío, lo cual es una paradoja, porque eres tú la que me ha dado ese coraje.

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