domingo, 16 de enero de 2011

sobre mi maleta.

Una vez que se me han acabado los trucos, los pañuelos en la manga, las palomas blancas. Cuando los artificios ya están de más, y por dignidad ya no repito el juego de la moneda, entonces me encuentro a mí mismo sentado sobre mi maleta junto al camino, esperando al carromato que me lleve al siguiente pueblo, a la siguiente actuación. Otro país, otra gente, otro idioma.

Entonces uno echa la vista atrás y se sigue a sí mismo en su propia historia rebobinada, y en su transcurso, se escapan sonrisas fugaces y lagrimillas aún más furtivas. Mil perdones que nunca se dijeron y cada detalle, cada momento, guardado como un tesoro.

"La gente a la que queremos siempre se viene con nosotros" si, no me voy solo, aunque pueda parecerlo.

ya suenan las ruedas a lo lejos, me pongo de pie y me doy cuenta de que tengo los zapatos agujereados. "aún me servirán para algunos kilómetros más".

Bueno, supongo que es el sino de las aves de paso. Ahora toca atusarse las plumas y abrigarse bien, que el camino es largo.

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